A una estrofa del Carmina Burana (siglo XII) - en el monasterio bávaro de Benedikbenen- debemos el nacimiento de éste Romancero Goliardo:
"Ella es una flor, y de nada vale desgajarla. Dejo crecer el racimo hasta que madure. La esperanza me hace vivir contento esperando el futuro".
Y a una mujer extraordinaria, Yvyonisa del Poblenou, el por qué de la aventura intelectual apasionante de componerlo. Como el amor cortés no hubiera sido sin la figura de otra mujer excepcional, Leonor duquesa de Aquitania; éste libro, el contenido y el continente del mismo, tampoco hubiera sido posible sin ella.
Gerard de Séde nos recuerda que los trovadores provenzales atribuían un valor mágico a los pájaros como el grajo, el cuervo, el estornino y, por supuesto - la duda ofende-, el loro (que pueden imitar a la perfección el habla humana). No en vano todo su arte y su verdadera maestría consistía en descifrar el lenguaje secreto de los pájaros. El de los pájaros es cantar.