Me bajo del taxi, y entro en el hotel. Tengo un mal presentimiento. Fui una niña prodigio, películas, anuncios para televisión, entrevistas. Y después, el hotel está lleno de gente. Alguien se ha caído desde la azotea. Golpeo el saco de boxeo cada vez con más fuerza. ¿Has matado a alguien alguna vez? No debe ser fácil. Y cierro los ojos como hacía de pequeña cuando algo no me gustaba. Tengo miedo. ¿Te acuerdas de Chazz Palminteri en Balas sobre Brodway? Eres una actriz horrible, le dice a la corista. Saca la pistola y le mete cuatro tiros, y ya está. Suena el teléfono otra vez. Descuelgo. Sólo se oye una respiración. No era Cassius Clay. Encajaba bien los golpes. Esa era mi mayor virtud, y esperar el momento oportuno para cazar a mi contrincante y tirarlo a la lona. No, no he matado nunca a nadie. Puta, eso escribieron en el espejo de mi habitación. Ha amanecido a las siete y cuarto. Me gusta ver amanecer. Quizá hoy sea un día diferente. Y si no abro los ojos.