Las horas, una aguda y fina disección de la palabra tiempo , que, poema a poema, toma cuerpo y se infiltra por los coladeros del sentido. La escritura de Luis Moliner absorbe la herencia, los atavismos o la creación para depositar, en los ojos del lector, una pintura agrietada cuya voz se estampa en la palabra poética: El poema / es cuchillo que inaugura el caos / repentino de la sangre cuando el pan / es menos pan y cuando más hambre es el hambre . Asimismo, nos dice el poeta en el prólogo a Las horas que publicar una colección de poemas es también exponer ante el lector un conjunto de fuerzas que se relacionan entre sí mostrando diferentes manifestaciones de belleza. No entendemos la belleza como una cuestión de estilo más o menos cerca de cierto canon, nos gusta más reconocer la belleza en su manifestación, esa epifanía que en cualquier momento del texto puede saltar y generar la fuerza suficiente para que poema y lector conviertan cualquier pasaje en un fenómeno mágico. El poeta no persigue la belleza. Quien la busca y no la encuentra posiblemente no la encontrará jamás.