Sam Peckinpah (1925-1984) fue el último de los rebeldes, un cineasta único que marcó una etapa de cambio en Hollywood. Sus guerras contra el sistema fueron legendarias, así como sus tendencias autodestructivas. Fue el último de los clásicos y el primero de los modernos, un romántico que admiraba el mito del western con todas sus contradicciones. Por ello nunca encontró su sitio en el mundo contemporáneo.