Figura fundamental del romanticismo español, Espronceda representa para la poesía de su tiempo lo que Larra para la prosa. Por su importancia como conquista verbal y ruptura con los modelos expresivos anteriores, lo que más nos interesa hoy del poeta son El estudiante de Salamanca y El diablo mundo, junto con un puñado de memorables poemas que revolucionaron el lenguaje lírico. Un conjunto que basta para asegurarle un lugar en el canon de la mejor literatura española de todos los tiempos. Isaiah Berlin señaló que el romanticismo supuso el cambio de más envergadura en la conciencia occidental durante los siglos XIX y XX: Mi tesis es que el movimiento romántico ha sido una transformación tan radical, de tal calibre, que nada ha sido igual después de este. Para Baudelaire, el romanticismo fue una manera de sentir. Sus conmociones y sacudidas sociales, filosóficas o artísticas son aún sustancia del mundo actual. Dentro del romanticismo español, Espronceda encarnó el gesto rebelde, revolucionario, contra una realidad injusta que detestaba. En este sentido, hay una coherencia entre su vida política y lo mejor de su poesía. Con esta escritura se aleja de las corrientes historicistas para abrir vías a la lírica de su época mediante diversas aportaciones métricas y rítmicas o con la fuerza expresiva de la inconfundible voz que sostiene sus mejores textos.