¿No existen los personajes de las novelas que nos apasionan? ¿No son verdaderas las figuras del cuadro que nos absorbe o las escenas de la película que nos aterroriza? ¿Por qué nos emocionan así entonces? ¿Por qué nos las creemos tanto como para sollozar o reír a carcajadas? Actualizando un tema clásico del pensamiento occidental, la pregunta por el estatuto de realidad que corresponde a las creaciones artísticas, Pablo Maurette (autor deEl sentido olvidado: ensayos sobre el tacto, Mar Dulce editora, 2015) compone aquí un ensayo brillante, preciso y delicioso. Armado con el concepto grecolatino de evidencia, Maurette recorre hitos artísticos y filosóficos de toda nuestra tradición (de Platón a Susan Sontag, pasando por Giotto o Proust), deteniéndose especialmente en un cuento de Julio Cortázar y en una película de Quentin Tarantino, para desnudar como nunca las herramientas y estrategias clave de esa mágica fábrica de verdad que son nuestras ficciones. El libro se compone de varias partes dedicadas a un aspecto teórico de la teoría narrativa vertebrado en torno a la teoría de la compenetración, mediante la cual conectamos momentáneamente con una historia. En la segunda se disecciona las partes de una ficción a través de La continuidad de los parques de Julio Cortázar. En la última se reflexiona en torno al concepto de evidencia, el puunto central que diferencia la calidad de una narración, su vínculo con la realidad y la forma en que otorgamos veracidad.