Tal como se percibe en la mitología romana, el personaje que ronda los bosques alentando con su voz a las ninfas queriendo atraparlas en el sonido de su flauta de pan para seducirlas, viene a apoderarse de estas líneas poéticas para expresar sus lamentos y pesares, pero también, en ciertos momentos, alzando su canto en la alegría de estar vivo. El Idilio del Fauno no es más que el sentir de todo humano cuando se enamora y se desenamora, cayendo siempre por el tobogán de la ilusión y la desilusión que conlleva la emoción de creer que está ligado a alguien. Para el Fauno, todo es un juego de seducción en el que se escuda para no involucrarse. Mientras no se entienda que el Amor es un sentimiento que se piensa, seguiremos absortos en la quimera que propone a la imaginación mundana algo como posible y verdadero, no siéndolo. Por esa razón, lo que llamamos Amor de pareja, se disuelve tan rápido y que, prometiéndose eterno termine en una comisaría.