Cierta poesía que me gusta, me advierte que existe algo extraño -también misterioso- como el silencio del cielo estrellado de Pascal o, mejor aún, como cuando, al nadar, te alejás de la orilla, mar adentro. Atrás queda el oleaje y el vocerío de la playa, sólo te acompaña tu propia respiración y germina algo desde abajo y desde arriba. En mar abierto, no se trata de alcanzar el más lejano horizonte ni de recordar dónde quedó la más cercana orilla, flotás entre dos fondos. Y eso, te empuja a un pensamiento, a una música que te mantiene a flote. A veces, siento que así es la poesía. Y también, nuestra pequeña, breve historia. (Del epílogo Nadar la música del pensamiento)