Vivir en verso, aunque sea un instante, es palpitar en esa partícula de sentimiento que participa en el pulso de una vida acelerada. Quién no se ha dormido alguna vez al run-run de un puñado de bellas palabras, mágicamente ordenadas, o en aquel poema que se dejó caer por vez primera en el umbral de su casa! Vivir sin verso sería una condena inaceptable. En cada una de nuestras vidas hay, al menos, mil poemas a la espera de ser desterrados de la tierra del olvido. Montse, nuestra poeta, así lo ha hecho en este su primer poemario, que viene a recopilar una parte de las composiciones que fraguó a las claras del sol o en las turbias lunas. Aquellos, que silenciosamente la han ido acompañando en su caminar, versos escritos a lápiz o en tinta; mecanografiados en su antigua máquina o en pesados ordenadores con disquetes de 5 (cinco un cuarto) o de 3 (tres un medio); en portátiles con su diminuto y olvidadizo pendrive, o recientemente en las tablet o en los teléfonos de última generación. En este poemario el verbo se descobija de su abrigo para retomar los momentos que en dulzor o amargor dejaron la emoción por escrito. Haré saber a sus señorías que las estrellas entre sí se alían y del rey tuvo gran encargo.