En el estudio que Antonio Muñoz Molina ha puesto al frente de esta edición de UNA VERDAD EXTRAÑA señala "los registros y las entonaciones que han definido a lo largo de estos años el trabajo de Manuel Ruiz Amezcua. Más que cambiar, lo que ha hecho ha sido depurar los impulsos dominantes de su escritura, el de la soledad reflexiva, el del entusiasmo o el desengaño amoroso, el de la memoria de la infancia, el de un cierto hermetismo en busca de los limites de la expresión y del conocimiento: intuyo que se trata de un impulso de emoción y búsqueda apasionada y otro de retirada y desengaño, que al fin y al cabo son los impulsos que nos mueven a todos, pero que en la poesía de Ruiz Amezcua alcanzan con una fanática clarividencia, una nitidez de yuxtaposición cegadora entre la oscuridad y la luz, entre los dones o los venenos de la cultura y los de la memoria. Toda la obra de Ruiz Amezcua está atravesada por esa dialéctica de los extremos, por el doble impulso del ensimismamiento y la ofrenda, de la huida y la búsqueda, del desengaño y el fervor.