Tirso, el protagonista de esta novela, es el típico adolescente nerd o friki con Altas Capacidades. Aspira a convertirse en profesor de Filosofía. Es enamoradizo y está obsesionado con el sexo. Mientras que África, el otro personaje principal, es una chica preciosa y popular, hija de cuatro madres, con la que coincide Tirso en el primer curso de bachillerato, en un tiempo en que ambos tratan de encontrarse a sí mismos. Por supuesto, entre ellos surgirá una rápida conexión que, poco a poco, se traducirá en una historia de amor como las de antes; bueno, si eso sigue siendo posible en nuestros días. Estructurada en tres partes, esta novela de iniciación con tintes de comedia ¿romántica? presenta tres voces distintas: la primera parte, relativa al planteamiento, está contada por un narrador omnisciente (aunque poco fiable). La segunda parte -el nudo- está narrada por Tirso. Y la tercera y última parte -que atañe al desenlace- por la propia África. En paralelo a la sucesión de voces narrativas -y con el objetivo de enganchar al lector-, se presentan varias tramas y subtramas que sirven de vehículo a distintos temas que son objeto de importantes debates en la actualidad, como pueden ser el machismo, el heteropatriarcado, la monogamia, la familia, la vocación, el valor de la cultura y el arte, las redes sociales, la Inteligencia Artificial, etcétera. En definitiva, Solo una hembra es una novela disparatada y repleta de personajes diversos que, como todos nosotros, están pidiendo a gritos una oportunidad.