Los dos mundos descritos en esta novela son el actual -en Jerusalén, en ciudades europeas, en Miami (EE.UU.), en Chiapas (México)- y el antiguo, el de Herodes el Grande, rey de Judea, y sus descendientes, bajo la dominación de la Roma de los Césares. También la del pueblo judío que, lleno de esperanza, lucha y espera la salvación. La acción se desencadena cuando Alejandra Díaz, una mexicana que se encuentra en el Museo de Jerusalén, arrebatada por una fiebre sagrada se lanza sobre la caja de cristal que contiene un pez de alabastro antiguo, símbolo de la fertilidad y la reencarnación de las almas. En esta obra, la autora multiplica las voces y los puntos de vista narrativos: por un lado, un narrador omnisciente, que describe el presente y permite al lector conocer los pensamientos, las dudas, los temores y las certezas de los personajes, favoreciendo la presencia de múltiples diálogos entre ellos y por otro una segunda voz que teje el relato; es Herodes Antipasquien, a través del cuerpo de Alejandra Díaz, le confiesa no pocos secretos a Salomé, quien se podría haber reencarnado en el cuerpo de la joven Rebeca.