Nadie tenía tanta elegancia, tanta ropa y tanta vanidad como El Gran Emperador. En sus armarios de palacio tenía más capas que el guardarropa de una convención de magos, más camisas que un desfile de mosqueteros y más zapatos que todos los ciempiés del mundo juntos Pero le faltaba un traje muy especial: el nuevo traje del Emperador.Una revisión del clásico de Andersen de la mano de la divertida pluma de Raquel Garrido y las fantásticas ilustraciones de Dàlia Adillon.