Pocos deportistas han trascendido tanto el ring como Muhammad Ali. Todos conocen sus marcas -salen en almanaques, revistas y resúmenes de prensa-. Pocos conocen al hombre. Y solo Ali conocía su vida, tal y como la vivió. En El más grande, sus memorias -escritas con la colaboración del periodista y guionista Richard Durham-, el triple campeón mundial de los pesos pesados se convierte en narrador de su propia leyenda. Publicado originalmente en 1975, el libro es un retrato vibrante de un hombre que supo reinventarse dentro y fuera del cuadrilátero, desafiando a la vez los límites del deporte, la política y la cultura popular. El resultado es cautivador por su genialidad, su dramatismo, su humanidad y su capacidad de entretener. Lejos de limitarse a una sucesión de combates, Ali construye una autobiografía marcada por su carisma y su estilo verbal inconfundible, el mismo que desplegaba frente a las cámaras antes de cada pelea. El libro revela las tensiones de su conversión al islam, su cambio de nombre -de Cassius Clay a Muhammad Ali- y la histórica negativa a alistarse en el ejército durante la guerra de Vietnam, una decisión que le costó títulos, dinero y años de inactividad, pero lo convirtió en símbolo de resistencia moral y política. Pero El más grande va más allá del boxeo: es un documento sobre la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos, sobre la relación entre celebridad y compromiso social, y sobre cómo un deportista se convierte en voz de millones. La autobiografía, escrita cuando Ali aún estaba en plena carrera, posee la frescura de quien habla desde la cima, sin la melancolía del retiro ni el filtro de la distancia histórica. Hoy, el libro se lee no solo como el testimonio de un campeón irrepetible, sino como la proclamación de un hombre que se sabía parte de la historia. Muhammad Ali no necesitó que nadie lo proclamara el más grande ; él mismo se encargó de hacerlo. Y en estas páginas, con la ayuda de Durham, deja claro por qué el mundo acabó dándole la razón.