Dos equipos de fútbol infantil, padres, madres e hijos. Un fin de semana de convivencia en un paraje idílico. Pero todo se complica cuando, tras una pachanga entre los pequeños futbolistas —que provienen de dos clases de un mismo centro escolar— y un rifirrafe entre ellos, las tensiones empiezan a aflorar. No solo entre los padres de los dos equipos, sino también entre las propias parejas, que, impulsadas por el alcohol, dejan de lado las apariencias y comienzan a mostrar reproches y resentimientos acumulados. Una mujer marcada por una profunda transformación tras una experiencia traumática, parece distanciarse del grupo, aunque conoce a fondo a cada uno de sus miembros. Su necesidad de criticar a los demás, incluso a su propio hijo, parece ser su forma de lidiar con un interior lleno de turbulencias. Sin embargo, sus constantes observaciones la enfrentan a los demás, lo que desencadena una catarsis colectiva en la que todos, de una forma u otra, terminan involucrados. Así, lo que comenzó como una sucesión de tensiones ocultas, se convierte en una revelación de una verdad. Mientras, ¿qué ocurre con los niños? Una piscina sin socorrista y un acantilado cercano dan un toque dramático a una obra que no solo entretiene. La obra nos pone frente al espejo más implacable: el que nos devuelve la imagen de nosotros mismos.