El año 2020 no lo olvidaremos nunca. Yo menos que nadie, ya que tenía que estar trabajando a pie de calle y estoy de baja. Así estoy: sola y confinada. Llegó mi cumpleaños. Cumplo 65 años. Me iba a jubilar, pero preferí esperar a ver qué pasaba con todo esto. Tuve la felicitación de mis nietos e hija por videoconferencia. Ya sabemos que no es lo mismo, pero por lo menos nos vemos las caras. También me felicitaron los compañeros del Centro de Salud con una foto de todos ellos ataviados con mascarillas, batas, guantes, etc. También mis hermanas y amigos y religiosas de Javier. Cada día nos bombardeaban con los muertos que iba habiendo, sobre todo, los de la tercera edad y de las residencias. Mi última tesis doctoral hablaba de las residencias y de la tercera edad avanzada en Navarra. Las personas mayores quieren y desean estar en sus casas y morir en ellas, pero con los medios apropiados... Hablaban de muertos cada día. Y cómo no, yo también pensaba en la muerte. Soy ya persona de riesgo y mi última operación me ha debilitado. Esta pandemia nos ha enseñado a valorar el estar con los seres queridos, a abrazarnos, besarnos Es un tiempo negativo, pero que nos va a hacer más resistentes y resilientes. Escribir sobre mi vida me ha hecho reflexionar mucho. Y, con ello, me he preparado por si me llegaba la hora de abandonar este mundo. Nadie queremos hacerlo, pero la muerte nos persigue desde el mismo momento en que nacemos.