Cuando estaba en mis 20s sufrí una enorme desilusión amorosa. En realidad, muchas, como todos. Pero esta me dejó como recuerdo el borrador de una novela que nunca publiqué, ni terminé, y que apenas escribí. Más que un borrador, fue un desorden de diálogos para lo que iban a ser los protagonistas, que hoy son solo dos más de los personajes que nunca permitimos nacer. En 2022, recién llegada a Barcelona y con ganas de cambiar de rumbo, no solo geográfica, sino también poéticamente, desenterré esos diálogos para completarlos y transformarlos en poemas, con la visión de una Rani más experimentada, al menos, en cuanto a la poesía. Lo que no nos mata es el resultado de dos décadas diferentes de mi vida. Mi manifiesto sobre el amor, la soledad y la desilusión.