En palabras de Antonio Agredano, el verso siempre es un río de tinta que lleva a Dios, y toda poesía es una poesía del espíritu. Porque más allá de sus íntimos panteones en el escritor hay elevación y ansia por abandonar la tierra, la creación es un matrimonio extraño entre permanencia y trascendencia. El poema quiere quedarse entre nosotros y a la vez abandonarnos. El creador que niegue la entrada a lo divino se equivoca y morirá de sed. Escribió el sacerdote escritor, ensayista y poeta argentino Hugo Mujica que el paraíso no fue perdido, lo perdido es el asombro. Y gracias a libros como este se siente viva esa capacidad para el perplejo. Sirvan estos versos para abrir nuevas puertas a viejos asombros, sirvan estos versos como refugio del alma.