«Han pasado 33 años desde que pisé
el mercado por primera vez, y sigo
yendo, por lo menos, una vez a
la semana. No ha cambiado tanto:
han rejuvenecido los compradores y
también el propio mercado, que hoy
en día es un espacio más vivo y
atractivo, a medio camino entre la
tradición y la modernidad, aunque
en esencia sigue siendo la misma
plaza a la que me llevaba mi abuela
cuando era una niña».
Los recuerdos y las vivencias
de la autora, asidua usuaria de la
Plaza de Abastos —el monumento
más visitado de Santiago de Compostela después
de la Catedral— retratada por el ágil pincel de
Joaquín González Dorao.