Millones de personas de todo el mundo le conocen por sus magníficos retratos de hombres notables. Como actor, Charlton Heston alcanzó un nivel de éxito y reconocimiento al alcance de muy pocos. A finales del pasado siglo, echando la vista atrás a una carrera que abarcó medio siglo y a toda una vida dedicada a ser el mejor posible, como actor y como hombre, Heston escribió sobre lo que fue vivir En la Arena. En esta autobiografía, escrita íntegramente por él mismo, el actor habló con franqueza y calidez de las fuerzas que moldearon sus primeros años; de un hogar roto; de un joven tímido e inseguro que encontró en la actuación una forma de expresarse; y de Lydia, la hermosa joven que conoció en la universidad, con la que se casó y que acabó siendo su verdadera compañera de vida. De su extensa filmografía merecen citarse Los diez mandamientos, Sed de mal, Ben-Hur, El Cid, Mayor Dundee, El señor de la guerra, El tormento y el éxtasis y El planeta de los simios. Heston también fue bendecido por el calibre de los directores con los que trabajó, entre ellos figuras legendarias como Cecil B. DeMille, King Vidor, Orson Welles, Anthony Mann y William Wyler. En este libro, Heston cuenta en profundidad la experiencia de trabajar con estos cineastas en algunas de las mejores películas de Hollywood. El autor escribe con elocuencia y pasión sobre sus creencias y su apoyo constante al tipo de libertades personales sobre las que se fundó Estados Unidos. Heston sería el primero en decir que había sido bendecido: por tener una esposa y una familia a las que adoraba, por el talento que Dios le dio y que le permitió disfrutar de una carrera tan fenomenal, y por haber nacido en un país que le permitió la libertad de seguir cualquier camino que eligiera. En este libro celebra esas bendiciones. Es una declaración poderosa, elocuentemente expresada.